domingo, 28 de julio de 2013

Cine-crítica: Tideland . Tenebroso cuento en el País de las Maravillas

Domingo, 28 de julio de 2013


TIDELAND 

(2005) Reino Unido / USA
Tideland
Director: Terry Gilliam . (122 min.)


Ilustración de Graham Humphreys
     Tras la separación de los Monty Python, el realizador Terry Gilliam tuvo dos fructíferas décadas creativas en los 80 y 90, durante las cuales parió un puñado de buenas y personalísimas películas: Los héroes del tiempo (1981), Brazil (1985), Las aventuras del barón Münchausen (1988), El rey pescador (1991), 12 monos (1995) o Miedo y asco en Las Vegas (1998). Pero fue el frustrado rodaje de su The man who killed Don Quijote en 2000 el cual nunca llegó a terminar, un negativo preludio de su mayor fracaso artístico, El secreto de los hermanos Grimm (2005), un fiasco comercial de una superproducción con muchos problemas en la que no le dieron la libertad creativa necesaria para desarrollar su visión de una historia que no había por donde cogerla. Pero no hay mal que por bien no venga y gracias a esto, encontró la vía de escape perfecta al margen del cine comercial con esta pequeña Tideland, en la que estuvo a sus anchas y se percibe favorablemente en el resultado final.

     Se trata de un tenebroso cuento infantil para adultos que narra la escalofriante vida de Jeliza-Rose (Jodelle Ferland), una niña que tras un trágico suceso en su familia en Los Angeles, se traslada junto a su padre, un músico de rock a una casa de campo en Texas donde vivía su abuela. Allí continuará con una infancia en la que sólo con su imaginación será capaz de evadirse de la crueldad que le rodea.

     En esta ocasión el realizador de Minneapolis encuentra en la novela de Mitch Cullin la historia perfecta para desarrollar su talento visual con un cuento gótico de situaciones en ocasiones surrealistas que narran la escalofriante historia de Jeliza-Rose, una niña que en ningún momento afronta la realidad como lo que es. Su única manera de sobrevivir es en un continuo mundo imaginario rodeada de abandono, cabezas de muñeca o jeringuillas de su yonki padre Noah (Jeff Bridges). La niña se hace amiga de Dickens (Brendan Fletcher), un joven deficiente mental y conoce a su hermana, una inestable y trastornada madrastra de cuento llamada Dell (Janet McTeer). Por momentos, se hace difícil el visionado del largometraje debido a la extrema crueldad que tiene que soportar la niña más por parte del espectador que del propio personaje, que vive con una naturalidad pasmosa los desagradables hechos que se van sucediendo, en ocasiones un tanto prolongados por parte del director. Tiene una infancia en la que no diferencia realidad de ficción a modo de coraza psicológica.

     Un autobús quemado, un desván con vestidos antiguos, unas vías de tren, un refugio a modo de submarino imaginario, un macabro santuario, o unas cabezas de muñeca presentes a lo largo de todo el metraje con una importante carga simbólica, conforman el particular País de las Maravillas en el que se mueve la Alicia de esta Tideland, identificables al universo barroco y desmedido con grandes angulares de Terry Gilliam. Es de justicia destacar la interpretación de la jovencísima protagonista encarnando a 
Jeliza-Rose, Jodelle Ferland, que realiza una interpretación sobrecogedora para una actriz de tan corta edad.

     Tal vez Tideland fuera una declaración de intenciones de Gilliam, y la única manera de permanecer en la difícil industria cinematográfica como veterano director, como 
Jeliza-Rose, sobreviviendo con pequeños juguetes y mucha imaginación. Una notable y extraña película que merece un segundo visionado. (7/10)

     Fernando Rodríguez


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