Forty Guns
Dir.: Samuel Fuller (1957) USA
Amansar a la fiera con el sello de Fuller
Una película sobre las segundas oportunidades y un choque de trenes de dos personalidades. El de un hombre con pasado de pistolero que ahora actúa como agente de la ley junto a sus hermanos, y la despótica mujer que es capataz de 40 pistoleros y domina todo el condado de Cochise (Arizona). Fuller que como es habitual en él también es el guionista, compone una historia de odio, tragedia, pulsión, asesinatos, amor desatado y hasta baladas, con elementos naturales como la escena del tornado y momentos románticos como el plano del beso a través del fusil. Contiene suficientes elementos de riqueza e inventiva como para hacer de ella una rareza en el género.
Fuller ofrece todo su repertorio al servicio de una historia que lo requiere. Un decálogo de extremada violencia, y cada secuencia es un alarde técnico con un uso magistral de los travellings, brillantes desde la secuencia inicial (ver vídeo) hasta su último plano en sus escasos 79 minutos de metraje. Una atípica historia de un director incomprendido en su momento. La fotografía en blanco y negro de Joseph F. Biroc es magistral. Barry Sullivan está bien personificando el lado de la ley y Barbara Stanwyck está maravillosa. Como curiosidad, el actor que interpreta al Marshall con ceguera es Hank Worden, el loco de la mecedora de Centauros del desierto.
Película desconcertante, a contracorriente, llena de detalles, moderna. Una joya oculta en la década dorada del western. (10/10)
Fernando Rodríguez
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