viernes, 23 de agosto de 2019

CINE OPINIÓN - ÉRASE UNA VEZ EN... HOLLYWOOD

 Érase una vez en... Hollywood 

Dirección: Quentin Tarantino (USA, 2019) 161 min.


Hollywood, ciudad de juguetes rotos


     Quien espere ver en "Érase una vez en... Hollywood" una película más de Tarantino se equivoca.

     Año 1969, Los Ángeles. Rick Dalton (Leonardo DiCaprio), es un actor venido a menos, con baja autoestima y aficionado a la bebida; por otra parte Cliff Booth (Brad Pitt) es un especialista de cine autosuficiente y seguro de sí mismo, el amigo molón y chico para todo de Rick. Dos personalidades opuestas pero que guardan una complicidad y amistad a prueba de bomba. Un dúo memorable.

     Un tercer elemento es Sharon Tate (Margot Robbie), vecina de Rick. Una joven actriz llena de vitalidad que sirve más como telón de fondo que como personaje con cierto peso en la trama.

     Aunque no falte el humor, escenas bestias o tensión, es la obra más adulta y reposada de Quentin Tarantino junto a la magnífica "Jackie Brown". Durante sus 161 minutos, que se pasan muy rápido, tiene mucho más peso la labor del Tarantino director que aquí alcanza un nivel de madurez narrativa sobresaliente, que la del Tarantino escritor en la que la estructura episódica y los verborréicos diálogos brillan por su ausencia.

     "Érase una vez en... Hollywood" es una fábula y un homenaje de su director al cine de una época revolucionaria y de cambios que pasó por encima del sueño americano. Al tratarse de un cuento y como ya hiciera en Malditos bastardos, utiliza personajes célebres de la época para interactuar con ellos e insertarlos circunstancialmente en la acción. Da la impresión que esta peli es la consumación del deseo de la vida del director. Una vida perfecta es el cine dentro del cine, la ficción televisiva de los 60, los platós, el mundo de los actores y la gente que trabajaba en torno a esa industria, los escenarios exteriores de Hollywood, donde el Tarantino niño vivía y soñaba con ser parte de este gran juguete manejado por adultos. A este respecto el director hace un juego reflectante de espejos a lo largo del film donde realidad y ficción se superponen y complementan. Geniales.

     Este film no alcanza el nivel superlativo del Tarantino de los 90 o de "Django", pero supone una evolución del realizador norteamericano con el meritazo de tomar ciertos riesgos al quizás no ofrecer lo que su público incondicional espera de él. Y eso siempre es bueno.

Leonardo DiCaprio y Brad Pitt están sencillamente brutales.

Puntuación: 8,5 

⭐⭐⭐⭐


Fernando Rodríguez (23.08.2019)

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